MISERERE MEI, DEUS – SALMO 51 (50)

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MISERERE MEI, DEUS
SALMO 51 (50)
Leído por Luigi Maria Corsanico

MICHELANGELO MERISI DA CARAVAGGIO
– La captura de Cristo – Galería Nacional de Irlanda, en Dublín.
– La flagelación de Cristo – Museo de Capodimonte, Nápoles, Italia
– Santo Entierro – Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano
– Los discípulos de Emaús – Pinacoteca de Brera, Milán. Italia
– La incredulidad de Santo Tomás – Palacio de Sanssouci,
Potsdam, Alemania

Carolus Hacquart – “Chelys” ·
Suites voor Viola da Gamba en Continuo, Opus 3
Suite 8, Sarabande

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SALMO 51
1 Del maestro de coro. Salmo de David.
2 Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé.
¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.
Tú amas la sinceridad del corazón
y me enseñas la sabiduría en mi interior.
Purifícame con el hisopo y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Trata bien a Sión por tu bondad;
reconstruye los muros de Jerusalén,
Entonces aceptarás los sacrificios rituales
–las oblaciones y los holocaustos–
y se ofrecerán novillos en tu altar.